• De histérico una monja padecía

    y ningún mes contaba

    las calendas purpúreas que aguardaba.

    Al convento asistía

    un médico arriscado

    que por su ciencia conoció el estado

    de la joven paciente

    y cuál era el remedio conveniente;

    y con oculta treta,

    en papel reservado

    entrególe a la sor como receta

    cuyo expedito y breve...