• Un valentón de espátula y gregüesco
    que a la muerte mil vidas sacrifica,
    cansado del oficio de la pica,
    mas no del ejercicio picaresco,
    retorciendo el mostacho soldadesco
    por ver que ya su bolsa le repica,
    a un corrillo llegó de gente rica
    y en el nombre de Dios, pidió refresco.
    “Den voacedes, por Dios, a mi pobreza
    --les dice--, donde...