• Espléndida rosa de mágico prado
    que entreabre sus hojas al sol del amor,
    eso eres, Anita. Yo soy, a tu lado,
    la espina en la rosa, la nube en el sol.

    Dejé mis riberas, mi nido de palma,
    colgado de un árbol dejé mi rabel;
    tendí en el espacio las alas de mi alma
    y llego y murmuro mi nombre a tus pies.

    Es flor de los cielos la pálida estrella,...

  • ¡Tus trovas dejan profundos rastros...
    Son arroyuelos y ruiseñores:
    aves que trinan entre los astros
    y ondas que cantan entre las flores!

    ¡Nada conozco que inspire tanto
    como tus versos blondos y suaves,
    en que producen divino encanto
    flores y astros, ondas y aves!

    Pero la perla yace en las simas
    y la violeta bajo las frondas...
    ¡...

  • ¡Si yo tuviera aliento como el águila
    que se remonta a la región azul,
    me elevaría a la mansión espléndida
    donde se sienta el Padre de la luz!

    Y postrado a sus pies como los ángeles
    que bendicen su altísima bondad,
    le pidiera la música del céfiro
    y el murmullo pacífico del mar;

    le pidiera la voz dulce y monótona
    del viento en la desierta...

  • Dicen que el nauta que frecuenta el hielo
    del yermo boreal, venciendo el frío,
    recibe a veces de ignorado cielo
    una olorosa ráfaga de estío.

    ¡Qué beso el de tal hálito de paso!
    ¡Qué fruición! ¡Qué delicia! ¡Qué embeleso!
    ¡Sólo un beso de amor produce acaso
    mayor placer que semejante beso!

    Pues bien, yo experimento a tus miradas
    lo que en...