• Oh muerte, Yo te amo, pero te adoro, vida...
    Cuando vaya en mi caja para siempre dormida,
    Haz que por vez postrera
    Penetre mis pupilas el sol de primavera.

    Déjame algún momento bajo el calor del cielo,
    Deja que el sol fecundo se estremezca en mi hielo...
    Era tan bueno el astro que en la aurora salía
    A decirme: buen día.

    No me asusta el descanso...

  • Son las diez de la noche; en el cuarto en penumbra
    Mi hermana está dormida, las manos sobre el pecho;
    Es muy blanca su cara y es muy blanco su lecho,
    Como si comprendiera, la luz casi no alumbra.

    En el lecho se hunde a modo de los frutos
    Rosados, en el hondo colchón de suave pasto.
    Entra el aire a su pecho y levántalo casto
    Con su ritmo midiendo los...

  • Se balancea,
    arriba, sobre el cuello,
    el mundo de las siete puertas:
    la humana cabeza...

    Redonda, como dos planetas:
    arde en su centro
    el núcleo primero.
    Osea la corteza;
    sobre ella el limo dérmico
    sembrado
    del bosque espeso de la cabellera.

    Desde el núcleo
    en mareas
    absolutas y azules,
    asciende el agua de la...

  • Naturaleza mía, la que fuera
    Como pesada abeja en primavera,
    Ociosa y hecha para siestas de oro,
    Voraz, aletargable, mudadera.

    Bajo las tardes cálidas, dormida
    De amor, ya el nuevo amor te daba brida,
    Y tú arrastrabas un pesado cuerpo,
    Pesado por el zumo de la vida.

    ¿Qué hice de tí? Para enfrentar tus males
    Sobre tus formas apreté sayales...

  • Oh, primavera de las amapolas,
    Tú que floreces para bien mi casa,
    Luego que enjoyes las corolas,
    Pasa.

    Beso, la forma más voraz del fuego,
    Clava sin miedo tu endiablada espuela,
    Quema mi alma, pero luego,
    Vuela.

    Risa de oro que movible y loca
    Sueltas el alma, de las sombras, presa,
    En cuanto asomes a la boca,
    Cesa.

    ...

  • Jamás pensé que Dios tuviera alguna forma.
    Absoluta su vida; y absoluta su norma.
    Ojos no tuvo nunca: mira con las estrellas.
    Manos no tuvo nunca: golpea con los mares.
    Lengua no tuvo nunca: habla con las centellas.
    Te diré, no te asombres;
    Sé que tiene parásitos: las cosas y los hombres.

  • Paz

    Vamos hacia los árboles... El sueño
    Se hará en nosotros por virtud celeste.
    Vamos hacia los árboles; la noche
    Nos será blanda, la tristeza leve.

    Vamos hacia los árboles, el alma
    Adormecida de perfume agreste.
    Pero calla, no hables, sé piadoso;
    No despiertes los pájaros que duermen.

  • Tu me dijiste: no lloró mi padre;
    Tú me dijiste: no lloró mi abuelo;
    No han llorado los hombres de mi raza,
    Eran de acero.

    Así diciendo te brotó una lágrima
    Y me cayó en la boca... Más veneno
    Yo no he bebido nunca en otro vaso
    Así pequeño.

    Débil mujer, pobre mujer que entiende,
    Dolor de siglos conocí al beberlo;
    Oh, el alma mía...

  • Oh, piedra dura, miserable piedra,
    Yo te golpeo, te golpeo en vano,
    Y es inútil la fuerza de mi mano,
    Oh piedra dura, miserable piedra.

    Pero haces bien, oh miserable piedra,
    Deja que tiente un golpe sobrehumano,
    Deja golpear, deja golpear mi mano,
    Oh piedra dura, miserable piedra.

    No me des nada, miserable piedra,
    Guarda un silencio...

  • Árboles desnudos
    corren una carrera
    por el rectángulo de la plaza.
    En sus epilépticos esqueletos
    de volcadas sombrillas
    se asientan,
    en bandada compacta,
    los amarillos
    focos luminosos.

    Bancos inhospitalarios,
    húmedos
    expulsan de su borde
    a los emigrantes soñolientos.
    Oyendo fáciles arengas ciudadanas,
    un...