¿Y de padres y hermanos te alejas,
y adiós dices por siempre a la vida?
¿Y tus tiernos abriles convida
a sus goces en vano el amor?
¿Y renuncias al fausto y riqueza
que adornaron, oh virgen, tu cuna
y a los bienes que brinda fortuna
ni una lágrima da tu...

«¡Y te vas, hija del alma!
¡Y me dejas, Isabel!
¡Y mis súplicas no logran
tus pisadas detener!
¡Ah! recuerda que en mi seno
nueve meses te llevé,
padeciendo al darte al mundo
la congoja más crüel:
Que güié en su primer paso
tu indeciso débil...