Si abarca fácil tu preclara mente
científicas verdades, ¿por qué, ciega
a la verdad, de las verdades fuente,
a Dios no mira, y los fulgores niega
de ese sol de las almas refulgente?
No es hijo tal error de tu deseo,
ni el vicio te arrastró, pues considera,
dolido de tu insano devaneo,
en ti hoy el mundo por la vez primera
resplandecer...