• A la desierta plaza
    conduce un laberinto de callejas.
    A un lado, el viejo paredón sombrío
    de una ruinosa iglesia;
    a otro lado, la tapia blanquecina
    de un huerto de cipreses y palmeras,
    y, frente a mí, la casa,
    y en la casa la reja
    ante el cristal que levemente empaña
    su figurilla plácida y risueña.
    Me apartaré. No quiero
    ...

  • Crece en la plaza en sombra
    el musgo, y en la piedra vieja y santa
    de la iglesia. En el atrio hay un mendigo...
    Más vieja que la iglesia tiene el alma.
    Sube muy lento, en las mañanas frías,
    por la marmórea grada,
    hasta un rincón de piedra... Allí aparece
    su mano seca entre la rota capa.
    Con las órbitas huecas de sus ojos
    ha visto cómo...

  • En medio de la plaza y sobre tosca piedra,
    el agua brota y brota. En el cercano huerto
    eleva, tras el muro ceñido por la hiedra,
    alto ciprés, la mancha de su ramaje yerto.
    La tarde está cayendo frente a los caserones
    de la ancha plaza en sueños. Relucen las vidrieras
    con ecos mortecinos de sol. En los balcones
    hay formas que parecen confusas...

  • La plaza y los naranjos encendidos
    con sus frutas redondas y risueñas.
    Tumulto de pequeños colegiales
    que, al salir en desorden de la escuela,
    llenan el aire de la plaza en sombra
    con la algazara de sus voces nuevas.
    ¡Alegría infantil en los rincones
    de las ciudades muertas!...
    ¡Y algo nuestro de ayer, que todavía
    vemos...