• En su país de hierro vive el gran viejo,
    Bello como un patriarca, sereno y santo.
    Tiene en la arruga olímpica de su entrecejo
    Algo que impera y vence con noble encanto.

    Su alma del infinito parece espejo;
    Son sus cansados hombros dignos del manto;
    Y con arpa labrada de un roble añejo,
    Como un profeta nuevo canta su canto.

    Sacerdote que alienta...