• Al borde de la vida sentémonos, ¡oh Mía!
    y miremos correr las horas pasajeras;
    ¡dulce es el sol fugaz!, bendigamos el día
    y confiemos en El que hizo las primaveras.

    Comamos nuestro pan, bebamos nuestro vino
    y reciba el Señor nuestra diaria alabanza:
    podrá ser duro el golpe del adverso Destino
    pero quedan las alan: ¡nos queda la Esperanza!

    ...