Los chinos ven la hora en los ojos de los gatos. Cierto día, un misionero que se paseaba por un arrabal de Nankin advirtió que se le había olvidado el reloj, y le preguntó a un chiquillo qué hora era.

El chicuelo del Celeste Imperio vaciló al pronto; luego, volviendo sobre sí, contestó: «...

¡Reloj! ¡Divinidad siniestra, horrible, impasible,
Cuyo dedo nos amenaza y nos dice: ¡Recuerda!
Los vibrantes Dolores en tu corazón lleno de terror
Se plantarán pronto como en un blanco;

El Placer vaporoso huirá hacia el horizonte
Tal como una sílfide hacia el...

¿Qué es lo que Dios hace, entonces, de esta oleada de anatemas
Que sube todos los días hacia sus caros Serafines?
¿Cómo un tirano ahíto de manjares y de vinos,
Se adormece al suave rumor de nuestras horrendas blasfemias?

Los sollozos de los mártires y de los ajusticiados...

El hombre tiene, para pagar su rescate,
Dos campos de toba profundos y ricos,
Que es preciso que remueva y desmonte
Con el hierro de la razón;

Para obtener la menor rosa,
Para arrancar algunas espinas,
Lágrimas amargas de su frente gris
Sin cesar es...

A lo largo del viejo faubourg, donde penden en las casuchas
Las persianas, abrigo de secretas lujurias,
Cuando el sol cruel cae con trazos redoblados
Sobre la ciudad y los campos, sobre los techos y los trigales,
Yo acudo a ejercitarme solo en mi fantástica esgrima,...

     A la montaña he subido, satisfecho el corazón.
En su amplitud, desde allí, puede verse la ciudad:
un purgatorio, un infierno, burdel, hospital, prisión.

     Florece como una flor allí toda enormidad.
Tú ya sabes, ¡oh Satán, patrón de mi alma afligida,
que yo...

¿Conoces, como yo, el dolor sabroso?,
Y de ti haces decir: "¡Oh, que hombre singular!"
-Iba yo a morir. Era aquello en mi alma amorosa,
Deseo mezclado al horror, un mal particular;

Angustia y viva esperanza, sin humor ficticio.
Cuanto más se vaciaba la fatal...

¡Tus hermosos ojos están fatigados, pobre amante!
Quédate mucho tiempo, sin volverlos a abrir,
En esa postura indolente
En que te sorprendió el placer.
En el patio el surtidor que brota
Y no se calla ni de noche ni de día,
Entretiene dulcemente el éxtasis...

Cuando el carruaje pasaba por el bosque, mandó parar en las cercanías de un tiro, diciendo que le sería grato tirar unas balas para matar el Tiempo. Matar a ese monstruo, ¿no es la ocupación más ordinaria y más legítima de cada cual? Y ofreció galantemente la mano a su querida, deliciosa y...

«A la vista del cementerio, Bebidas.» ¡Muestra singular -díjose nuestro paseante-, pero buena para excitar la sed! De fijo que el dueño de esta taberna sabe apreciar a Horacio y a los poetas discípulos de Epicuro Quizá hasta conoce el profundo refinamiento de los antiguos egipcios, para quien no...