Se va con algo mío la tarde que se aleja;
mi dolor de vivir es un dolor de amar;
y al son de la garúa, en la antigua calleja,
me invade un infinito deseo de llorar.
Que son cosas de niño, me dices; quién me diera
tener una perenne inconsciencia infantil;
ser del reino del día y de la primavera,
del ruiseñor que canta y del alba de Abril.
¡Ah, ser pueril, ser puro, ser canoro, ser suave;—
trino, perfume o canto, crepúsculo o aurora—
como la flor que aroma la vida y no lo sabe,
como el astro que alumbra las noches y lo ignora!