Entra el viejo Orfeo. Mil notas auroran El aire de ruidos, mil notas confusas: Suspiran las Musas, las Sirenas lloran; Las Sirenas lloran, suspiran las Musas. Misteriosas flautas, que modulan gritos De bacantes ebrias, de hetairas locas, Cantan las canciones de los tristes mitos, de los besos muertos en las regias bocas. Finas violas trinan los rondeles breves Que en la danza regia dicen los encajes, Las suaves y amables carcajadas leves De las suaves sedas de los leves trajes. Sistros marfilados hablan de las lidias De los viejos reyes; de su real decoro; De Judith y Esther cuentan las perfidias, Los asesinatos de sus besos de oro. Címbalos de plata cuentan las historias De reinas de Saba; de sangrientas misas, Y cascabelean las divinas glorias De los viejos bardos y las pitonisas. Suaves mandolinas desabrochan llantos De Mignones ebrias y Lilís divinas, Y hacen las historias, de crueles encantos Y dulces venenos, de las Florentinas. Cuernos y zampoñas, cobres y trompetas, (Que tienen el triunfo dorado del Sol), Aúllan y ladran y rujen y gritan, (Los himnos más rojos en tono i bemol). ¡Hablando de guerras, de sangre, de atletas, De incendios, de muertes y cosas que excitan! Órganos tronantes murmuran canciones, De mística, vaga, celeste harmonía, Que hacen de las barbas de Jehová vellones Para ornar la mesa de la eucaristía. Discretos violines hacen historietas De pies diminutos, escotes y talles; De anillos traidores; de las Antonietas; De los galanteos del regio Versalles. Narran mil alegros, de collares ricos, De aleves conquistas, de alcobas doradas, Las conspiraciones de los abanicos Y las aventuras de las estocadas. Timbales y oboes, panderos y gaitas Son gitanas tristes, ebrias bayaderas Que dan el almíbar de las chirigaitas, Sangre de cicutas, celos de panteras, Que sugieren dramas de placer y llanto, Risas y suspiros de Selikas locas, Sollozos de Aída, ramos de amaranto, Orgías de vasos, puñales y bocas. Graves clavicordios, tristes violoncelos, Susurran amores de duques suicidas, Y hablan en la lengua de los terciopelos, Del vino que usaban las reinas queridas. Guitarras sensibles, en raudos alegros, Hablan de toreros, chulos y manolas; Fingen las tormentas de los ojos negros, Y hablan de los celos de las reinas Lolas. Ríen con la risa del castañeteo, Vuelan con el vuelo de la seguidilla, Y hablan del hechizo que en el culebreo Ponen las sultanas de la manzanilla. Sugieren de pronto caderas ariscas, Gestos que provocan, y ligas que atan; ¡Toros de lujurias, besos de odaliscas, Canelas, mantillas y piernas que matan!...
Recepción instrumental del gran polígloto Orfeo
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