Todos los ojos
estaban abiertos
frente a la soledad
despintada por el llanto.
Tin
tan,
tin
tan.
Los verdes cipreses
guardaban su alma
arrugada por el viento,
y las palabras como guadañas
segaban almas de flores.
Tin
tan,
tin
tan.
El cielo estaba marchito.
¡Oh tarde cautiva por las nubes,
esfinge sin ojos!
Obeliscos y chimeneas
hacían pompas de jabón.
Tin
tan,
tin
tan.
Los ritmos se curvaban
y se curvaba el aire.
Guerreros de niebla
hacían de los árboles
catapultas.
Tin
tan,
tin
tan.
¡Oh tarde,
tarde de mi otro beso!
Tema lejano de mi sombra,
¡sin rayo de oro!
Cascabel vacío.
Tarde desmoronada
sobre piras de silencio.
Tin
tan,
tin
tan.