XXIV.
Dos rojas lenguas de fuego
Que, á un mismo tronco enlazadas,
Se aproximan, y al besarse
Forman una sola llama;
Dos notas que del laúd
A un tiempo la mano arranca,
Y en el espacio se encuentran
Y armoniosas se abrazan;
Dos olas que vienen juntas
A morir sobre una playa,
Y que al romper se coronan
Con un penacho de plata;
Dos jirones de vapor
Que del lago se levantan,
Y al juntarse allí en el cielo
Forman una nube blanca;
Dos ideas que al par brotan.
Dos besos que á un tiempo estallan,
Dos ecos que se confunden...
Eso son nuestras dos almas.