Sortija que juera un triunfo
Se la acomodé en el dedo,
P'adornar aqueya mano
De que créia ser el dueño.
Era del oro más fino,
Y, ocultas del láo de adentro,
Dos iniciales maniadas
Había grabáo el platero.
No bien malició mi china
De las letras el secreto,
Que me estiró la trompita
Pa que le pialara un beso.
Y jueron gloria los días,
Y en el rigor del invierno
Dieron rosas los rosales
Y era siempre azul el cielo;
Y parieron las majadas
Sin malograrse un cordero,
Y eran albahaca los campos.
Y gramiyales los médanos;
Que es el amor p'al cristiano
Lo que el pampero p'al cielo,
Lo que el sol pa los pastitos
Lo que la luz pa los ciegos;
Y enyena el cinto del gáucho
Si no de plata, de sueños,
Que valen más, a ocasiones,
Que lo que valen los pesos...
. . . . . . . . . . . . . .
D'estos y en amariyitas
Tráiba mi lagarto yeno
Al volver de las esquilas
Y de nada me sirvieron;
Porque, al apretar la mano
De la chiruza e mis sueños,
Vide que era otra sortija
La que yevaba en el dedo...
Y jué el campo pura tierra,
Y se ñubló tuito el cielo,
Y sentí juego en la boca,
Y algo vacido en el pecho.
Y echando mano al cuchiyo
Diba ya a pelarle el dedo,
Cuando la miré en los ojos...
¡Y dejé en su mano un beso!...
. . . . . . . . . . . . . .
Sé que no quiso a más náides,
Pero yo, ni verla quiero...
¡Pa dir viviendo mi vida
Me sobra con su recuerdo!
1922.