Algo se muere en mí todos los días;
la hora que se aleja me arrebata
del tiempo en insonora catarata,
salud, amor, ensueños y alegrías.
Al evocar las ilusiones mías, pienso:
«¡Yo, no soy yo!» ¿Por qué, insensata,
la misma vida con su soplo mata
mi antiguo ser, tras lentas agonías?
Soy un extraño ante mis propios ojos,
un nuevo soñador, un peregrino
que ayer pisaba flores y hoy abrojos.
Y en todo instante es tal mi desconcierto,
que, ante mi muerte próxima imagino
que muchas veces en la vida he muerto.