La página blanca

Mis ojos miraban en hora de ensueños
la página blanca.

Y vino el desfile de ensueños y sombras.
Y fueron mujeres de rostros de estatua,
Mujeres de rostros de estatuas de mármol,
¡Tan tristes, tan dulces, tan suaves, tan pálidas!

Y fueron visiones de extraños poemas,
De extraños poemas de besos y lágrimas,
¡De historias que dejan en crueles instantes
Las testas viriles cubiertas de canas!

¡Qué cascos de nieve que pone la suerte!
¡Qué arrugas precoces cincela en la cara!
¡Y cómo se quiere que vayan ligeros
Los tardos camellos de la caravana!

Los tardos camellos—,
Como las figuras en un panorama—,
Cual si fuese un desierto de hielo,
Atraviesan la página blanca.

Este lleva
una carga
De dolores y angustias antiguas,
Angustias de pueblos, dolores de razas;
¡Dolores y angustias que sufren los Cristos
Que vienen al mundo de víctimas trágicas!

Otro lleva
en la espalda
El cofre de ensueños, de perlas y oro,
Que conduce la Reina de Saba.

Otro lleva
una caja
En que va, dolorosa difunta,
Como un muerto lirio la pobre Esperanza.

Y camina sobre un dromedario
la Pálida,
La vestida de ropas obscuras,
La Reina invencible, la bella inviolada:
La Muerte.

Y el hombre,
A quien duras visiones asaltan,
El que encuentra en los astros del cielo
Prodigios que abruman y signos que espantan,

Mira al dromedario
de la caravana
Como al mensajero que la luz conduce,
¡En el vago desierto que forma
la página blanca!

Collection: 
1887

More from Poet

  • A José Enrique Rodó

    I

    Yo soy aquel que ayer no más decía
    el verso azul y la canción profana,
    en cuya noche un ruiseñor había
    que era alondra de luz por la mañana.

    El dueño fui de mi jardín de sueño,
    lleno de rosas y de cisnes vagos;
    el dueño de...

  • Yo persigo una forma que no encuentra mi estilo,
    botón de pensamiento que busca ser la rosa;
    se anuncia con un beso que en mis labios se posa
    al abrazo imposible de la Venus de Milo.

    Adornan verdes palmas el blanco peristilo;
    los astros me han predicho la visión de...

  • En su país de hierro vive el gran viejo,
    Bello como un patriarca, sereno y santo.
    Tiene en la arruga olímpica de su entrecejo
    Algo que impera y vence con noble encanto.

    Su alma del infinito parece espejo;
    Son sus cansados hombros dignos del manto;
    Y con arpa...

  • ¡Torres de Dios! ¡Poetas!
    ¡Pararrayos celestes,
    que resistís las duras tempestades,
    como crestas escuetas,
    como picos agrestes,
    rompeolas de las eternidades!

    La mágica esperanza anuncia el día
    en que sobre la roca de armonía
    expirará la pérfida...

  • Es la tarde gris y triste.
    Viste el mar de terciopelo
    y el cielo profundo viste
    de duelo.

    Del abismo se levanta
    la queja amarga y sonora.
    La onda, cuando el viento canta
    llora.

    Los violines de la bruma
    saludan al sol que muere.
    ...