No me hables esta noche; solo ansío
que me beses y abraces con locura;
que se junte tu labio con el mío;
que mis brazos opriman tu cintura
y que cierres los ojos… Tengo frío!
No me hables esta noche ¡Oh, mi adorada!
Yo solo quiero en medio del reposo,
el ardor de tu carne sonrosada,
el roce de tu mano delicada
y el ámbar de tu aliento capitoso!
Así!... ¡Junta mi cuerpo con el tuyo!...
Así!... ¡tiembla, mujer, como lä ola
que riza el viento!… Mira: oscura y sola
está la noche… Mira: ni un cocuyo
nos alumbra… no me hables… Lola… Lola!
Háblame ya; no más… abre los ojos!
y vosotras, pasad, horas tranquilas,
mientras ella revive mis antojos,
con el murmullo de sus labios rojos
y con el fuego azul de sus pupilas!