Dormir no me trae felicidad,
nunca mueren las evocaciones;
mi alma se entrega a la miseria
y vive en exhalaciones.
Dormir no me trae descanso;
las sombras de los fallecidos
nunca veo al despertar
rodeando mi lecho frío.
Dormir no me trae esperanza;
cuando esté durmiendo vendrán,
y con sus tétricas imágenes
ahondarán la oscuridad.
Dormir no me trae fuerza
ni poder de protección,
sólo navego un mar oscuro,
una ola de decepción.
Dormir no me trae amigos
para calmarme y poder soportar;
todos miran, ¡con tanto desprecio!,
y aparece mi pesar.
Dormir no me trae deseos
para ocultar mi corazón perseguido;
mi único deseo es olvidar
en el sueño del fallecido.