¡Oh, tú, ingrata mujer, más hechicera
que todas las mujeres!
árbitra, dueña de mi «todo» eres:
tu amor lo embelleciera,
y tu desdén de abrojos lo circunda
mi vida es mi «primera»;
mi muerte, mi «segunda».
Si la dulce «primera» no has de darme,
con la «segunda» acaba de matarme;
pues prefiero la muerte,
al cruel martirio de ignorar mi suerte.
Charada
More from Poet
-
Á la orilla de un plácido árroyuelo,
que en sus cristales nítidos retrata
el verde margen y el tranquilo cielo...
—lengua armoniosa de fulgente plata,
que siempre está contando sin recelo
de aquella soledad la vida grata,—
una noche clarísima y serena
... -
Reina la paz... el olvido
sus negras alas extiende;
la soledad aquí mora;
la humanidad aquí duerme.
Lentas horas de silencio
a otras horas se suceden...
la noche eterna aquí nace;
la luz del mundo aquí muere.
Las tinieblas de la nada... -
¿Qué rumor funeral, desconocido,
turba de nuestras noches el reposo?
¿Qué confín de la tierra se estremece?
¿Qué drama misterioso
buscan en las tinieblas las miradas?
¿Por qué al oído percibir parece,
sordas y remotísimas pisadas,
y Europa... -
Llorad aquí los que en veloz huida
cruzáis el tiempo que a la muerte os lanza.
contemplad en ceniza convertida
cuanta ventura a desear se alcanza;
belleza, juventud, virtudes, vida,
dicha, gracias, amor, genio, esperanza,
amiga, hermana, hija, madre,... -
Blando céfiro mueve sus alas empapadas de fresco rocío... De la noche el alcázar sombrío dulce alondra se atreve a turbar... Las estrellas, cual sueños se borran... Sólo brilla magnífica una... ¡Es el astro del alba! La luna ya desciende, durmiendose, al mar. Amanece: en la raya del cielo luce...