Son hija y madre, y las dos
con frío, con hambre y pena
piden en la Nochebuena
una limosna por Dios.
¡ Hoy los ángeles querrán,
la madre a su hija decía,
que comamos, hija mía
por ser Nochebuena pan!
Y al anuncio de tal fiesta,
abre la madre el regazo
y junto a él, a aquel pedazo
de sus entrañas acuesta.
Al pie de un farol sentada,
pide por amor de Dios
y pasa uno y pasan dos...
más ninguno le da nada.
La niña con triste acento:
-Pero, ¿ y nuestro pan?, decía.
-Ya llega!, le respondía
la madre.....y llegaba el viento.
Cuando otra pobre como ella
una moneda le echó,
recordando que perdió
una niña como aquélla.
“¡Ya nuestro pan ha venido!”
gritó la madre extasiada;
más la niña quedó echada
como pájaro en su nido.
Llama y llama ¡desvarío!,
nada hay ya que la despierte,
duerme, está helando, y la muerte
¡solo es un sueño con frío!
La toca, al verla tan yerta,
se alza, hacia la luz la atrae,
se espanta, vacila y cae
a plomo la niña muerta.
El suelo de angustia llena
la madre a su hija levanta,
y en tanto, un dichoso canta:
“Esta noche es Nochebuena!”.