No es tan contrario el ocio del cuidado,
Del vicio descortés el caballero,
Del vasallo fiel el lisonjero,
Del discreto saber el rico estado,
Del Monarca perfecto el rostro airado,
Del noble corazón el odio fiero,
Del engañoso vil el verdadero,
La dicha alegre del hermoso agrado:
No es tan contraria, no, la hipocresía
De la virtud desnuda, y del sosiego
Con sangriento rigor la guerra impía;
No es tan contrario, no, del agua el fuego,
El bien del mal, y de la noche el día,
Como se opone Anarda al niño ciego.