La vista de tus ojos brilladores
El alma, Anarda esquiva, considera
Del fuego abrasador mejor esfera,
Dos hermosos epítomes de ardores.
Tu corazón, Anarda, en los rigores,
Que a un pecho amante esquivamente altera,
Todo hielo en desdenes se pondera,
Todo nieve se copia en disfavores.
En graves penas, en tristezas sumas
Ningún sosiego de mi amor aclamas,
Porque con dos motivos le consumas;
Pues volando mi amor cuando le inflamas,
Tu vista abrasa sus incautas plumas,
Hiela tu corazón sus dulces llamas.