La guerra de África

CORO Grito santo asorda el viento: «¡A las armas! ¡Guerra, guerra! El infiel derriba en tierra, madre España, tu blasón. Cruce el mar la invicta hueste a salvar de vil mancilla los leones de Castilla y las barras de Aragón.» Al rumor del torpe ultraje, indignado el pueblo ibero, ya desnuda el fuerte acero y la vaina al viento da. Ya entre vítores tremola la bandera roja y gualda, que del Atlas en la espalda tinta en sangre flotará. RECITADO Alza en vano el Estrecho montes de olas; en vano el viento brama: que allá van las legiones españolas donde el honor las llama. Lanza en vano cien kábilas la sierra con ímpetu salvaje; que allí con sangre vil bañan la tierra que presenció el ultraje. Mas ruge el huracán: sopla la peste: la lluvia inunda el suelo. ¿Caerá deshecha la cristiana hueste por ti, Señor del Cielo? En medio al campo, sobre monte erguido, un altar se levanta; y en sus humildes manos el ungido eleva la hostia santa. Hace salva el cañón; rompe sonora militar armonía: la hueste arrodillada a Dios implora y su oblación le envía. PLEGARIA ¡Señor!, hijos somos de aquellos varones que a ignotas regiones llevaron tu cruz. Tu cruz, que en Granada con gloria plantada lanzó por el orbe su vívida luz. ¡Señor!, esta impura fanática raza tu nombre rechaza, tu gloria no ve. A España concede que rasgue su venda y en África encienda la luz de tu fe. RECITADO Dios los oyó: se aleja la tormenta; la mortífera peste va en su seno: radiante el sol con majestad se ostenta de un cielo puro en el azul sereno. Siente en su pecho el adalid hispano de inspiración la llama: él nunca se abatió; ya en cien combates su constancia y valor cantó la fama. En bárbaras regiones, émulo de Cortés, ora acaudilla inexpertas legiones, que al contacto de la árabe cuchilla, al trueno del cañón, al rudo embate del terco moro en desigual combate, tórnanse luego en invencible tropa, terror de Libia, admiración de Europa. Nada resiste a sus heroicos bríos. Ya surcando el desierto por áspero camino, a hierro abierto; ya cruzando altos montes y hondos ríos; de victoria en victoria a la vega feraz se precipita, campo de nueva gloria, do luchando otra vez, y otra vencido, huye despavorido el atezado Hamet. -La hueste grita: ¡TETUÁN por ISABEL! -Y en la Alcazaba el pendón español triunfante clava. HIMNO FINAL No más desde sus playas, con bárbara osadía, la tierra, suya un día, aceche el musulmán. No infeste el aire puro la brisa de los mares, trayendo a nuestros lares los ecos del Corán. Magnánima HEREDERA del celo de Pelayo, tu diestra el ígneo rayo al África lanzó. Y el niño ALFONSO un día sabrá que por tu mano el suelo castellano su límite ensanchó. El muro donde España su enseña al aire ondea, jamás flotando vea las lunas del infiel. Y de uno en otro siglo sin tregua se repita la voz que al mundo grita: ¡Tetuán por Isabel!

Collection: 
1827

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