¡Hermosos cabellos de oro,
Principio y fin de mis glorias,
Vos solo sois mi tesoro,
Prendas sois, y sois memorias
De la luz en quien adoro!
Celebro esta perfeccion,
Aplicando con razon
Estos divinos despojos
A la boca y á los ojos,
Y al lado del corazón.
Sed testigos, pues vinistes
A parar á mi presencia,
De tantos gemidos tristes
Engendrados en ausencia
De la flor donde nacistes.
¡Cuán bien os podeis quejar
De que os hiciese cortar!
Mostrad, que es justo, despecho:
A quien tal daño os ha hecho
No le querais consolar.
Estábades adorados
Con magestad y poder,
De mil flores adornados,
Y ahora venís á ser
De mis lágrimas bañados.
En lugar de estos despojos
Ofrezco penas y enojos
Siempre prontos á serviros,
Enjugando con suspiros
Lo que bañáren mis ojos.
No siento ya mi pasion,
Ni me aflijo cuando lloro,
Porque es feliz la prision
Donde con cadenas de oro
Se liga mi corazon.
Gozoso estoy rodeado
De metal, que es tan preciado;
Que mi prisión sin igual
Es del mas alto metal
Que amor jamas ha labrado.
Mas bellos me pareceis,
Si, cuanto mas os contemplo,
Que sois y siempre sereis
Del sol retrato y ejemplo
Por lo que resplandeceis.
Aviva los resplandores
Este cordon de colores,
Con que venís recogidos,
Y alegrando mis sentidos,
Sembrais en mi pecho ardores.
Para mas confirmacion,
Lazo haceis de vos cabello,
Y del precioso cordon
Nudo, que aprieta mi cuello
En señal de sujecion.
Al punto que os conocí,
La libertad os rendí,
De suerte que si hay momento
Que os niegue mi pensamiento,
Huya mi alma de mí.