Ha vivido mi alma en las Edades viejas
en un guerrero heroico y un galán trovador,
y en gentiles mancebos de enroscadas guedejas
enamorada siempre de una prohibición.
Mi alma fue de Tartufo, de un ídolo pagano,
de un impúber de lesbia, de un fauno y de un bufón;
vivió dentro del cuerpo de un gladiador romano,
y en el cuerpo caduco de un viejo Faraón.
Ha vivido en las aguas y ha vivido en las rosas,
ha vivido en los hombres y ha vivido en las cosas,
buscando siempre amor.
Irá hacia un país lejano de sátiros traviesos
y de labios de sangre que conviertan en besos
las cosas que no son...
Y vivirá mi alma en las cosas futuras
sintiendo las saetas de nuevas desventuras,
en una larga, triste, cruel peregrinación...