Epístola

Al señor don Ernesto de Noboa y Caamaño!
Límpido caballero de la más limpia hazaña
que en le Época de Oro fuera grande de España
y que en la inquietud loca de estos tiempos, huraño
tornóse, y en el campo cultiva su agrio esplín.
Hermano-poeta, esta vida de Quito,
estúpida y molesta, está hoy insoportable
con su militarismo idiota e inaguantable.
Figúrate que apenas da uno un paso, un “¡Alto!”
le sorprende y le llena de un torpe sobresalto
que viene a destruir un vuelo de Pegaso
que, como sabes, anda mal y de mal paso
cuando yo lo cabalgo, y que si alguna vez,
por influjo de alguna dama de blanca tez,
abre las alas líricas, le interrumpe el rumor
“municipal y espeso” de tanto guerreador.
Los militares son una sucia canalla
que vive sin honor y sin honor batalla.
Luego después las fieras de los acreedores
que andan por esas calles como estranguladores
envenenando nuestras vidas con malolientes
intrigas, jueces, leyes y miles de expedientes
y haciendo el cuotidiano horror más horroroso.
¿Qué fuera de nosotros sin la sed de lo hermoso
y lo bello y lo grande y lo noble? ¡Qué fuera
si no nos refugiáramos como en una barrera
inaccesible, en nuestras orgullosas capillas
hostiles a la sorda labor de las cuchillas!
Tú dijiste en momento de genial pesimismo:
“Vivir de lo pasado… oh sublime heroísmo!”

Collection: 
1912

More from Poet

  • Voici le masque pour la fête du mensonge.
    HENRY DE REGNIER

    A Francisco Guarderas

    Hermano, si me río de la vida y sus cosas
    notarás en mi risa cierto rezo de angustias,
    sentirás las espinas que hay en todas las rosas,
    comprenderás que casi mis flores están...

  • A Ernesto Noboa

    ¿Qué habrá sido de aquella morenita,
    trigo tostado al sol –que una mañana–
    me sorprendió mirando a su ventana?
    Tal vez murió, pero en mí resucita.

    Tiene en mi alma un recuerdo de hermana
    muerta. Su luz es de paz infinita.
    Yo la llamo...

  • Para Alfonso Aguirre

    La pena… La melancolía…
    La tarde siniestra y sombría…
    La lluvia implacable y sin fin…
    La pena… La melancolía…
    La vida tan gris y tan ruin.
    ¡La vida, la vida, la vida!
    La negra miseria escondida
    royéndonos sin compasión
    y...

  • Pálida, en la penumbra de un fugitivo ensueño,
    igual que un lirio triste al claror de la luna,
    te miré en una noche, desnudando el sedeño
    ropaje coronado por tu melena bruna.
    Me acerqué... Desflorando mi boca tu risueño
    pudor (¡oh, primavera!), te quise y fuiste mía...

  • Prenda sobre tu seno esta rosada rosa,
    ebria de brisa y ebria de caricia de sol;
    para que su alma entera se deshoje amorosa
    sobre la roja y virgen flor de tu corazón.

    Tu hermana Primavera cante un aria gloriosa
    ensalzando tus quince años en flor;
    y las Hadas...