GLOSA EN LIRAS.
Entre doradas flores
Al son del agua clara, que corría,
Hacian ruiseñores
Dulcísima harmonía
En una selva, al asomar del dia.
Pudiéran sus canciones
Volver de triste, un hombre muy gozoso,
Y entre estas recreaciones
Muy falto de reposo
Estaba Endimion triste y lloroso.
Como el que ve venir:
Quien le ha de dar tormento riguroso,
Y no puede huir;
Así se está medroso
Contra el rayo del sol, que presuroso
Ya por los anchos cielos
En caballos blanquísimos traía
El gran señor de Delos,
Que dando sér al dia,
Por la falda del monte descendia.
Endimion llorando
Al ayre con suspiros encendia,
Y el rostro levantando
Las manos retorcía
Mirando al turbador de su alegría,
Que de la hermosa luna
Le encubre el rostro bello y amoroso
Odiando su fortuna;
Y muéstrase envidioso
Contrario de su bien y su reposo.
El triste amante baña
El suelo con un rio lagrimoso,
Y con angustia estraña
Se quedó muy pensoso
Tras un suspiro triste y congojoso.
Mas despertando luego,
Como quien reposar ya no podia,
Y ardiendo en vivo fuego
Con voz, que enternecía,
Tales palabras contra el sol decia:
0 sol resplandeciente,
Causa de mi dolor y desventura,
A toda humana gente
Le es ver tu figura
Luz clara; y para mí triste y oscura,
Y pues me mata el verte,
Por mas valor te fuera reputado,
Venir á darme muerte
Con paso sosegado,
Que con furioso curso apresurado.
¡O quánta gloria! ¡ó quánta
Belleza con tu vista me escondiste!
Tu gran crueldad me espanta:
¿Sabes bien lo que hiciste?
Mi sol con tu tiniebla oscureciste.
Mas aunque esté muriendo,
No dexaré de estar con gran tristura
Mil quejas esparciendo,
Mirando por ventura
Si te pueden mover en tal altura.
Y no es posible cierto,
Que dexen de ablandar tu pecho helado,
Pues ves queda el desierto
De oir tan lastimado
Las quejas de un pastor enamorado.
Y no pido que dexes
El curso, que en mi mal cruel hiciste;
Mas que de mí te alejes:
Y pues tanto corriste,
No tardes en volver á do saliste.