No historia, ni poesía,
ni ciencia estudies, Fabio;
quien más charla ese es más sabio,
lo demás es bobería:
en Pomposa algarabía
hable con gran petulancia;
y ya es hombre de importancia.
Órgano de la opinión
llame a cualquier periodista
con mucho de socialista,
luces, progreso y fusión;
carta, y no constitución,
dirá al estilo de Francia;
y ya es hombre de importancia.
No se deje en el tintero
a la clase proletaria,
con lo de acción trinitaria,
receta y mes financiero;
apanaje y flibustero,
den a su asunto sustancia;
y ya es hombre de importancia.
Retrógrado ha de decir,
statu quo, y feudalismo;
que el siglo marcha al cinismo,
y que es nuestro el porvenir;
sueño de oro ha de embutir,
y talismán y elegancia;
y ya es hombre de importancia.
Fracasar, cotización,
casación y aprendizaje,
masacre, ojivo y carruaje,
adornen su locución;
y en larga lucubración
dé a luz una extravagancia;
y ya es hombre de importancia.
Con aire de quien desprecia,
al drama más bello embista:
hable del protagonista,
prótasis y peripecia,
extasiando a Roma y Grecia
con sarcasmo y con jactancia;
y ya es hombre de importancia.
Elimine con baldón
a Cervantes y Mariana,
descargando su macana
desde Lope hasta Bretón;
¡Anatema! ¡maldición!,
lance en esa turba rancia;
y ya es hombre de importancia.
No hay que una vida, dirá
con galicismo expresivo,
y el mundo definitivo
su diorama aplaudirá;
y de un parque elogiará
la escultural elegancia;
y ya es hombre de importancia.
Mutua solidaridad,
e impulso emancipatriz
son voces que harán feliz
a una notabilidad;
y en misteriosa ansiedad
haga votos por la infancia;
y ya es hombre de importancia.
Con satánica sonrisa
jure a su virgen amor
con un volcánico ardor
que cruce cual blanda brisa,
y de hinojos ante Elisa
acredite su constancia;
y ya es hombre de importancia.
La toaleta y el buró,
lo de prosaica figura,
y el llamar pastor a un cura,
son de un hombre comm'i1 fó:
dará quitanzas, mas no
recibos, que es cosa rancia;
y ya es hombre de importancia.
Instaure un comicio y dé
garantías a las masas,
con facultades escasas
al que en la poltrona esté;
y haga profesión de fe
con moderna altisonancia;
y ya es hombre de importancia.
Hable en tono campanudo
al emitir su moción,
como hombre de corazón,
y no estacionario rudo;
y, en fin, sabio y concienzudo
charle con gran arrogancia;
y ya es hombre de importancia.