Del campo

¡Pradera, feliz día! Del regio Buenos Aires
Quedaron allá lejos el fuego y el hervor;
Hoy en tu verde triunfo tendrán mis sueños vida,
Respiraré tu aliento, me bañaré en tu sol.

Muy buenos días, huerto. Saludo la frescura
Que brota de las ramas de tu durazno en flor;
Formada de rosales tu calle de Florida
Mira pasar la Gloria, la Banca y el Sport.

Un pájaro poeta, rumia en su buche versos;
Chismoso y petulante, charlando va un gorrión;
Las plantas trepadoras conversan de política;
Las rosas y los lirios, del arte y del amor.

Rigiendo su cuadriga de mágicas libélulas,
De sueños millonarios, pasa el travieso Puck;
Y, espléndida sportwoman, en su celeste carro,
La emperatriz Titania seguida de Oberón.

De noche, cuando muestra su medio anillo de oro,
Bajo el azul tranquilo, la amada de Pierrot,
Es una fiesta pálida la que en el huerto reina,
Toca en la lira el aire su do-re-mi-fa-sol.

Curiosas las violetas a su balcón se asoman.
Y una suspira: «¡lástima que falte el ruiseñor!»
Los silfos acompasan la danza de las brisas
En un walpurgis vago de aroma y de visión.

De pronto se oye el eco del grito de la pampa;
Brilla como una puesta del argentino sol;
Y un espectral jinete, como una sombra cruza,
Sobre su espalda un poncho; sobre su faz, dolor.

—«¿Quién eres, solitario viajero de la noche?»
—«Yo soy la Poesía que un tiempo aquí reinó:
¡Yo soy el postrer gaucho que parte para siempre,
De nuestra vieja patria llevando el corazón!»

Collection: 
1887

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A José Enrique Rodó

I

Yo soy aquel que ayer no más decía
el verso azul y la canción profana,
en cuya noche un ruiseñor había
que era alondra de luz por la mañana.

El dueño fui de mi jardín de sueño,
lleno de rosas y de cisnes vagos;
el dueño de...

Yo persigo una forma que no encuentra mi estilo,
botón de pensamiento que busca ser la rosa;
se anuncia con un beso que en mis labios se posa
al abrazo imposible de la Venus de Milo.

Adornan verdes palmas el blanco peristilo;
los astros me han predicho la visión de...

En su país de hierro vive el gran viejo,
Bello como un patriarca, sereno y santo.
Tiene en la arruga olímpica de su entrecejo
Algo que impera y vence con noble encanto.

Su alma del infinito parece espejo;
Son sus cansados hombros dignos del manto;
Y con arpa...

¡Torres de Dios! ¡Poetas!
¡Pararrayos celestes,
que resistís las duras tempestades,
como crestas escuetas,
como picos agrestes,
rompeolas de las eternidades!

La mágica esperanza anuncia el día
en que sobre la roca de armonía
expirará la pérfida...

Es la tarde gris y triste.
Viste el mar de terciopelo
y el cielo profundo viste
de duelo.

Del abismo se levanta
la queja amarga y sonora.
La onda, cuando el viento canta
llora.

Los violines de la bruma
saludan al sol que muere.
...