Cuando se es aún joven y se ha sufrido tanto
que lloran nuestras almas vejeces prematuras,
tienen los tristes ojos humedades de llanto
y hay en los corazones, fríos de sepulturas...
Cuando en los horizontes oscuros de la Vida
surge la interrogante sombra de la Quimera,
y se abre la sangrienta rosa de alguna herida
y se llora en silencio la muerta Primavera;
entonces ¡ay!, entonces, nuestra alma pecadora
solloza en la tristeza de los jardines rojos;
¡oh, Señor Jesucristo, que tenga en la última hora
una mano piadosa que me cierre los ojos!...