Con motivo de la muerte de su hija Eufemia, niña de tres años
No desesperada, llores,
así de tu hija la muerte,
ni maldigas de la suerte
los aparentes rigores;
que, siempre que deja un niño
la dura región del suelo,
es porque le lleva al cielo
de Dios piadoso el cariño.
Y en vez de la veste negra,
indicio del alma triste,...