• Con motivo de la muerte de su hija Eufemia, niña de tres años

    No desesperada, llores,
    así de tu hija la muerte,
    ni maldigas de la suerte
    los aparentes rigores;
    que, siempre que deja un niño
    la dura región del suelo,
    es porque le lleva al cielo
    de Dios piadoso el cariño.
    Y en vez de la veste negra,
    indicio del alma triste,...

  • ¡Ah! nunca vienen las desdichas solas:
    siempre la pena sucedió a la pena,
    como del mar las incesantes olas,
    cual los anillos de una gran cadena.
    Flecha tras flecha la Desgracia vibra,
    lazo ninguno su furor respeta,
    y en el sensible corazón no hay fibra
    donde no clave su mortal saeta.
    Y si con pecho de sufrir rendido,
    grita tal vez la...

  • Cuando empieza el mundo
    a gozar quietud:
    en aquellas horas
    en que incierta luz
    viste mar y tierra
    aire y cielo azul,
    y no es ya de día
    ni de noche aún:
    yo, triste viajero
    que de Norte a Sur
    y de Oriente a Ocaso
    lleva su inquietud,
    como el que a andar siempre
    condenó Jesús,
    que sólo me veo,
    solo con mi...

  • ¡Cuánto ya del destino me quejaba!
    Y ¡ay triste! no sabía
    ¡que su saña crüel me condenaba
    a ser más desdichado todavía!
    Entre males sin cuento
    sólo un bien me restaba, una ventura:
    isla risueña, solitario puerto
    en el inmenso mar de mi amargura:
    fresco oasis de flores y verdura
    de mi vida en el árido desierto:
    y eras tú, madre mía,...

  • Como en la dura guerra
    del océano y huracán tonante,
    recuerda el navegante
    el quieto asilo de la dulce tierra;
    tal yo, madre querida,
    sola dulzura de mi triste vida,
    en este mar tempestüoso, inmenso
    de tedio y amargura,
    me vuelvo a ti y en tu cariño pienso,
    como en puerto de amor y de ventura.
    Y cuando más la pena me castiga,
    t...

  • Si justo elogio sincero
    escucho en ajeno labio,
    que alaba en ti al caballero,
    al padre, al esposo, al sabio,
    al amigo y al guerrero;
    Con justa causa me aflijo,
    viendo que a extraños la suerte
    dio la dicha y regocijo
    de tratarte y conocerte,
    y no a mí que soy tu hijo.
    No, no hay desdicha ninguna
    como que la Parca aleve
    del...

  • De adverso signo mi existencia es hija:
    o de naturaleza, o de fortuna,
    ¿qué fiero mal habrá que no me aflija?
    Yo a mi padre perdí desde la cuna.
    Mi esquiva fiera condición, que en vano
    quise vencer con imposible hazaña,
    me destierra del dulce trato humano,
    y del amor y la amistad me extraña.
    En nada logran encontrar remedio
    y más y más se...

  • Ya se acerca el instante bienhadado
    de volver, dulce Patria, a tu ribera,
    que, ha un lustro, a mi profunda
    constante pena siglo dilatado,
    mi planta abandonó por vez segunda:
    ¡piadoso el cielo quiera
    que sea de mi vida la postrera!
    Que, aunque de ti destierro no me aparte,
    sin cesar empleado en recordarte,
    de la ausencia el tormento
    al...

  • Cuando en los días primeros
    de tu existencia te vi,
    lunar no hallaban en ti
    ni los ojos más severos.
    Y si no me alucinó
    el casi paterno afecto,
    criatura sin defecto
    te jurara entonces yo.
    Mas pronto Naturaleza,
    arrepentida de haber
    creado un humano ser
    con tan divina belleza,
    dijo: «no es bien que te dé,
    »predilecta...

  • Nada presta tu ruido a mi contento,
    París, de gente y de placeres lleno:
    ¡Vasta y altiva capital! no cuento
    ni un solo amigo en tu gigante seno.
    Gozan en ti os ojos y la mente
    con lo grandioso y opulento y vario:
    mas siempre gime el corazón doliente,
    en ti sin alimento y solitario.
    Con tus fiestas y pompas y placeres
    y vasta agitación que...