Un zagalón del campo,
de estos de «Acá me zampo»,
con un fraile panzón se confesaba,
que anteojos gastaba
porque, según decía,
de cortedad de vista padecía.
Llegó el zagal al sexto mandamiento,
donde tropieza todo entendimiento,
y dijo: -Padre, yo a mujer ninguna
jamás puse a parir, pues mi fortuna
hace que me divierta...