• Un novicio tenía en su convento

    el entretenimiento,

    cuando a solas estaba,

    de tocarse el guión que le colgaba,

    porque, como del claustro no salía,

    gozar de otros placeres no podía.

    Sorprendiole en sus sucios ejercicios

    una vez el maestro de novicios,

    y el converso, turbado,

    queriendo se ocultase su pecado,

    imploró la piedad...