Infante-Dios: el pálido bardo meditabundo
canta el advenimiento del divino tesoro,
y, ante quien da su vida al corazón del mundo,
ofrenda su plegaria -su mirra, incienso y oro-.
No por el que celebra la gloria de tu pascua
entre rubios hervores de cálido champaña,
ni por el alma frívola, ni por la boca de ascua
en que el sofisma teje sutil hebra de...