• ¡Cómo me agrada ver, querida indolente,
    De tu cuerpo tan bello,
    Como una estofa vacilante,
    Reverberar la piel!

    Sobre tu cabellera profunda,
    De acres perfumes,
    Mar oloroso y vagabundo
    De olas azules y sombrías,

    Cual un navío que se despierta
    Al viento matutino,
    Mi alma soñadora apareja
    Para un horizonte lejano.

    Tus ojos...