Era la noche: en la mitad del cielo
Su luz rayaba la argentada luna,
Y otra luz más amable destellaba
De sus llorosos ojos la hermosura.
Allí en la triste soledad se hallaron
Su amante y ella con mortal angustia,
Y su voz en amarga despedida
Por vez postrera la infeliz escucha.
»Determinado está; sí, mi sentencia
...