• Te había soñado hija de un antiguo mar grave,
    en un negro castillo cerca del Rhin azul;
    unánimes al ritmo de tu sonrisa suave
    charlaban las alondras en fresco abedul.

    Tu perfumada sombra cantaban los poetas
    (eran los bellos días de Erec y Parsifal)
    y tus ojos velados cual obscuras violetas
    causaron la locura de un príncipe feudal.

    Los nelumbos...