• ¿Dónde corres, Cupido,
    a la luz de tus fuegos,
    seguido de tu madre
    tan alegre y contento?
    Para más bien, y llora:
    no todos son tus siervos;
    la joven que yo adoro
    se resiste a tu imperio.

    Deja ya ese arco flojo
    por el uso y el tiempo,
    ni tu dorada aljaba
    penda de tu hombro bello,
    y apaga de tu tea
    el ya lánguido...

  • A mi hermana Magdalena

    ¡Qué dignos son de risa
    esos hombres soberbios,
    que piensan perpetuarse
    pintándose en los lienzos!
    De blasones ilustres
    sus cuadros están llenos,
    de insignias y de libros
    y pomposos letreros.
    De este modo ellos piensan
    que sus retratos viejos
    serán un gran tesoro
    a sus hijos y nietos,
    y...