GLOSA.
Alégrate Isabel, que en esta Villa
No se halla Zagala
De tanta gentileza, gracia y gala.
GLOSA.
Alégrate Isabel, que en esta Villa
No se halla Zagala
De tanta gentileza, gracia y gala.
Mientras ufana la risa
de tus labios no se aleje,
si quieres que te aconseje
¡ama aprisa!
Con raudo mariposeo
se va de esta a aquella flor
en las alas del deseo,
libando el licor hibleo del amor.
¡Seres y cosas felices
jamás tuvieron raíces!
Se ven marchitas las rosas
y mustias las margaritas...
¡Pero no se ven...
¡El duro son de hierro tornaré melodía
para cantar tus ojos! —violetas luminosas—
la noche de tu negra cabellera y el día
de tu sonrisa, pura más que las puras rosas.
Tú vienes con el alba y con la primavera
espiritual, con toda la belleza que existe,
con el olor de lirio azul de la pradera
y con la alondra alegre y con la estrella triste.
La...
¡El duro son de hierro tornaré melodía
para cantar tus ojos! —violetas luminosas—
la noche de tu negra cabellera y el día
de tu sonrisa, pura más que las puras rosas.
Tú vienes con el alba y con la primavera
espiritual, con toda la belleza que existe,
con el olor de lirio azul de la pradera
y con la alondra alegre y con la estrella triste.
La...
¡El Día...!
Y una vez más el vocablo snoro
hace rodar, sobre la faz sombría
de la Noche, la gran lágrima de oro.
¡FIAT LUX...! Y la divina algarabía
que predice las horas bellas
truena bajo la cúpula dorada
y apaga con su soplo las últimas estrellas...
Y todo es una claridad rosada
que anuncia el Día...
¡El Día...!
Ah, no abras la ventana todavía,
¡es tan vulgar el sol...! La luz incierta
conviene tanto a mi melancolía...
Me fastidia el rumor con que despierta
la gran ciudad... ¡Es tan vulgar el día...!
Y ¿para qué la luz...? En la discreta
penumbra de la alcoba hay otro día
dormido en tus pupilas de violeta...
Un beso más para mi boca inquieta...
¡Y...
Una larga carretera
entre grises peñascales,
y alguna humilde pradera
donde pacen negros toros. Zarzas, malezas, jarales.
Está la tierra mojada
por las gotas del rocío,
y la alameda dorada,
hacia la curva del río.
Tras los montes de violeta...
¿Conocéis a la rubia y tierna Amira?
¡Qué belleza, qué flor, qué luz, qué fuego!
Su andar se ajusta al ritmo de la lira,
Hay en su voz la suavidad de un ruego.
El flamenco nadando en la laguna
Entre el verde juncal, no es más gallardo:
Espira un vago resplandor de luna,
Tiene la fresca palidez del nardo.
Hace soñar; la mente se colora
De...
¡Amar a una mujer, sentir su aliento,
y escuchar a su lado
lo dulce y armonioso de su acento;
tener su boca a nuestra boca unida
y su cuello en el nuestro reclinado,
es el placer mas grato de la vida,
el goce mas profundo
que puede disfrutarse sobre el mundo!
Porque el amor al hombre es tan preciso,
como el agua a las flores,
como el...
Amor inmenso, sin igual, profundo,
amor bendito que en el alma siento,
a quien le rinde adoración el mundo,
presta a mi lira tu celeste acento.
Presta a mi lira enlutecida y triste
el suave aroma que de ti se exhala,
que ha tu recuerdo el corazón se viste
para cantarte de vistosa gala.
Amor del alma, sentimiento santo,
blanca,...