• Mariposa ebria,
    la tarde,
    giraba sobre nuestras cabezas
    estrechando sus círculos
    de nubes blancas
    hacia el vértice áspero
    de tu boca
    que se abría frente al mar.

    Cielo y tierra
    morían
    en la música verde de las aguas
    que no conocían caminos.

    Retrocedía,
    ahuecada,
    la pared del horizonte
    e iban a echarse a...