• A los que hemos mirado –en una noche horrenda–
    a nuestra cabecera la faz de la Ignorancia,
    puesto que comprendimos, se nos cayó la venda
    y tenemos la ciencia de la sonrisa helada.

    Y vimos –presentimos más– la cosa estupenda
    y la tiniebla en que se hundirá nuestra nada
    y la noche absoluta en la perdida senda
    sin amores, sin albas, sin fin de la jornada...