• Es la Muerte que consuela, ¡ah! y que hace vivir;
    Es el objeto de la vida, y es la sola esperanza
    Que, como un elixir, nos sostiene y nos embriaga,
    y nos da ánimos para avanzar hasta el final;

    A través de la borrasca, y la nieve y la escarcha,
    Es la claridad vibrante en nuestro horizonte negro,
    Es el albergue famoso inscripto sobre el libro,
    Donde se...

  • «En verdad, querida, me molestáis sin tasa y compasión; diríase, al oíros suspirar, que padecéis más que las espigadoras sexagenarias y las viejas pordioseras que van recogiendo mendrugos de pan a las puertas de las tabernas.

    Si vuestros suspiros expresaran siquiera remordimiento, algún honor os harían; pero no traducen sino la saciedad del bienestar y el agobio del descanso. Y, además...

  • Mi pobre Musa, ¡ah! ¿Qué tienes, pues, esta mañana?
    Tus ojos vacíos están colmados de visiones nocturnas,
    Y veo una y otra vez reflejados sobre tu tez
    La locura y el horror, fríos y taciturnos.

    El súcubo verdoso y el rosado duende,
    ¿Te han vertido el miedo y el amor de sus urnas?
    La pesadilla con un puño despótico y rebelde;
    ¿Te ha ahogado en el fondo...

  • Oh, musa de mi corazón, amante de los palacios,
    ¿Tendrás tú, cuando Enero suelte sus Bóreas,
    Durante los negros tedios de las nevadas veladas,
    Un tizón para calentar tus dos pies violáceos?

    ¿Reanimarás, pues, tus hombros marmóreos
    En los nocturnos rayos que atraviesan los postigos?
    Sintiendo tu bolsa tan seca como tu paladar,
    ¿Recogerás tú el oro de...

  • Estatua alegórica según el gusto del Renacimiento
    A Ernest Christophe, Estatuario.

    Contemplemos este tesoro de gracias florentinas;
    En la ondulación de este cuerpo musculoso
    La Elegancia y la Fuerza abundan, hermanas Divinas.
    Esta mujer, trozo verdaderamente milagroso,
    Divinamente robusta, adorablemente delgada,
    Está hecha para reinar...

  • ¡La música frecuentemente me coge como un mar!
    Hacia mi pálida estrella,
    Bajo un techado de brumas o en la vastedad etérea,
    Yo me hago a la vela;

    El pecho saliente y los pulmones hinchados
    Como velamen,
    Yo trepo al lomo de las olas amontonadas
    Que la noche me vela;

    Siento vibrar en mí todas las pasiones
    De un navío que sufre;
    El...

  • Yo soy la pipa de un autor;
    Se comprueba, al contemplar mi rostro
    De abisinio o de cafre,
    Que mi dueño es un gran fumador.

    Cuando está colmado de dolor,
    Yo humeo como la casucha
    Donde se prepara la comida
    Para el regreso del labrador.

    Yo envuelvo y arrullo su alma
    En la red móvil y azul
    Que asciende de mi boca encendida,

    Y...

  • ¡Cuan hermoso es el sol cuando fresco se levanta,
    Como una explosión dándonos su buendía!
    —¡Dichoso aquél que puede con amor
    Saludar su ocaso más glorioso que un ensueño!

    ¡Yo lo recuerdo!... Lo vi todo, flor, fuente, surco;
    Desfallecer bajo su mirada como corazón que palpita...
    —¡Acudamos hacia el horizonte, ya es tarde, corramos pronto,
    Para alcanzar...

  • ¡Cómo me agrada ver, querida indolente,
    De tu cuerpo tan bello,
    Como una estofa vacilante,
    Reverberar la piel!

    Sobre tu cabellera profunda,
    De acres perfumes,
    Mar oloroso y vagabundo
    De olas azules y sombrías,

    Cual un navío que se despierta
    Al viento matutino,
    Mi alma soñadora apareja
    Para un horizonte lejano.

    Tus ojos...

  • Cuando llegaba yo al extremo del arrabal, a los destellos del gas sentí que un brazo se escurría suavemente por debajo del mío, y oí una voz que al oído me decía:

    -Es usted médico, ¿verdad?

    Miré; era una chica alta, robusta, de ojos muy abiertos, con ligero afeite; sus cabellos flotaban al viento, como las cintas de su gorra.

    -No, no soy médico. Déjeme pasar.

    -Sí....