• Por la noche la Muerte las alcobas visita
    donde dormimos nuestros apetitos bestiales y,
    buen vendimiador, los frutos escogita
    de sus vendimias eternales.

    Una vez a mí lado llegó calladamente
    y, cual si fuera un miembro próximo de la familia,
    me acarició las manos y me besó la frente;
    y yo comprendí todo...

    Y, desde esa vigilia,
    ella...

  • A esa hora de la madrugada,
    hora en que los enfermos mueren,
    en que los cristales se enfrían,
    en que Dios nos olvida,
    a esa hora la ví.
    Una lenta lava triste, caminaba su cara.
    Mano de hueso, pie de sombra oscura,
    la boca manándole negruras,
    junto a mi cama estaba.