• ¡Ay, Lizardo querido!
    si feliz muerte conseguir esperas,
    es justo que advertido,
    pues naciste una vez,
    dos veces mueras.
    Así las plantas, frutos y aves lo hacen:
    dos veces mueren y una sola nacen.

    Entre catres de armiño
    tarde y mañana la azucena yace,
    si una vez al cariño
    del aura suave su verdor renace:
    ¡Ay flor marchita! ¡ay...