Brillaban en la altura cual moribundas chispas
las pálidas estrellas,
y abajo... muy abajo en la callada selva,
sentíanse en las hojas próximas a secarse,
y en las marchitas hierbas,
algo como estallidos de arterias que se rompen
y huesos que se quiebran,
¡qué cosas tan extrañas finge una mente enferma!
Tan honda era la noche,
la...