• En el sucio rincón de una taberna
    fría y desmantelada,
    semejante a una lóbrega caverna,
    Jorge, el más distinguido camarada,

    una noche lluviosa nos decía
    furioso, hecho una sopa:
    «Tres meses ha que a la adorada mía
    le juré no tomarme ni una copa.

    Ella, en cambio, postrándose de hinojos,
    con un amor profundo,
    jurome, por las niñas de...