• ¿Titilaban acaso las estrellas
    y oír pudiste
    sus melopeas de solitarias?

    Campanero del posible ensueño.
    Hermano nuestro.
    Tú tocaste un Angelus
    fraternal y rebelde.

    Asucultando la noche
    del Cosmos y del hombre,
    con el badajo rojo de tu corazón
    llamabas.

    Era viril tu canto
    y la tónica de tu canto era el Amor.

    ...