• No, porque la noche fría
    tu africana faz vistiera
    con el color que la blanca
    altiva estirpe desprecia,
    fue menor nunca el afecto
    con que te amé, Magdalena,
    (que cual la tez no escondías
    el alma por dentro negra,)
    ni es menor mi pena ahora,
    o el llanto es menos que riega
    mi mejilla, y que me arranca
    de tu fin la triste nueva:...

  • ¡Qué radiosa es tu faz blanca y tranquila
    bajo el dosel de tu melena blonda!
    ¡Qué abismo tan profundo tu pupila,
    pérfida y azulada como la onda!

    El fulgor soñoliento que destella
    en tus ojos donde hay siempre un reproche,
    viene cual la mirada de la estrella,
    de un cielo ennegrecido por la noche.

    ¡Tu rojo labio en que la abeja sacia
    su...

  • Margarita, está linda la mar,
    y el viento
    lleva esencia sutil de azahar;
    yo siento
    en el alma una alondra cantar;
    tu acento.
    Margarita, te voy a contar
    un cuento.

    Este era un rey que tenía
    un palacio de diamantes,
    una tienda hecha del día
    y un rebaño de elefantes,
    un kiosko de malaquita,...

  • En vano, gran Martín, la Noche fría
    vistió tu rostro con su sombra oscura;
    mas que la nieve era tu alma pura,
    y más clara que sol de mediodía.
    Y hoy en la gloria perennal te alegras,
    mientras gimen sin tregua en el profundo
    mil y mil que tuvieron en el mundo
    los rostros blancos y las almas negras.
    Si, como vil, el orgulloso suelo
    y como...


  • Vergine Madre, figlia del tuo Figlio,
    umil ed alta piu che creatura,
    termine fisso deterno consiglio,
    Tu se'colei che l'umana natura
    nobilitasti sí che'l suo Fattore
    non disdegnó di farsi sua fattura.

    (Dante, Paradiso, canto 33)

    Esposa casta, Virgen sin mancilla,
    augusta madre e hija de...

  • ¡Salve, divina emperatriz del cielo,
            Como la gracia pura,
    Mística luz de paz y de consuelo,
            Tesoro de hermosura!

    ¡Salve, limpio fanal resplandeciente
            De donde el sol fecundo
    Toma su luz para lanzarla ardiente
            Al adormido mundo!

    ¡Salve otra vez! ¡mil veces salve, oh fruto
            Del grande pensamiento...

  • Choca tu dulce boca con la mía,
    mujer deslumbradora;
    y brotará la ardiente poesía
    que mi mente atesora.

    Deja, deja que rompa ese lujoso
    traje de terciopelo
    que oculta, como amante cariñoso,
    de tu belleza el cielo.

    Quiero una bacanal regia y grandiosa;
    que el dios de...

  • En hondo sueño reposa
    la vasta mortal familia:
    yo sólo gimo en vigilia
    sempiterna y dolorosa.
    Y escucho desde mi lecho
    el ronco son con que el mar
    no cesa de acompañar
    los suspiros de mi pecho.
    Somos, oh mar, parecidos:
    tú de sonar nunca dejas,
    ni yo de exhalar mis quejas
    y mis profundos gemidos.

  • Alma que en cadenas graves
    vives triste o infeliz,
    y ya en tu prisión no cabes,
    como el ave, de las aves
    coronada emperatriz,
    que, aprisionada, no deja
    su altivo instinto rëal,
    y aletëando forceja
    por romper la dura reja
    de su cárcel de metal:
    de tu triste hermano, a quien
    casi moribundo han puesto
    tu inquietud y tu desdén...

  • Es media noche: vaporosa calma
    y silencio profundo
    el sueño vierte al fatigado mundo,
    y yo velo por ti, mi dulce amante.
    ¡ En qué delicia el alma
    enajena tu plácida memoria!
    Único bien y gloria

    Del corazón más fino y más constante,
    ¡Cuál te idolatro! De mi ansioso pecho
    la agitación lanzaste y el martirio,
    y en mi tierno delirio...