• La tumba, que ensañáse con mi suerte,
    me vio acercar a vacilante paso,
    como un ebrio de horrores, que al acaso
    gustase la ilusión de sustraerte.

    En una larga extenuación inerte,
    pude medir la infinidad del caso,
    mientras que se pintaba en el ocaso
    la dulce primavera de tu muerte.

    La estrella que amparónos tantas veces,
    y que arrojara, en...